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¿Sabés que son “los cuartos de las maravillas”?

NÉSTOR VERÓN

 

 

 La venta y el mercadeo del arte no surgió porque sí.

 

Tiene un porqué como todo, un comienzo, un hecho que llegó al mundo y lo condujo lentamente a revalorizar el arte de manera exponencial, cuando hasta ahora tenía solo un nivel artesanal y limitado a un pequeño grupo de la población. 

En realidad, desde los inicios del arte, desde las primeras expresiones, el ser humano lo ha limitado, tratándolo como un objeto de lujo de unos pocos y los creadores no eran valorados.

En el Renacimiento comenzó el cambio, pero no se afianzó a nivel europeo hasta que llegó el siglo XVII donde se comenzaron a liberar realmente de los perjuicios religiosos.

Hasta entonces lo más habitual de exposición de las colecciones, generalmente en manos de nobles y burgueses adinerados, eran las wunderkammern, también llamados cuartos de maravillas o gabinetes de curiosidades donde se podían encontrar objetos fantásticos, exóticos, únicos.

  En Europa Central se comenzó un extraordinario desarrollo del coleccionismo durante este siglo XVII, exactamente con el auge del desarrollo económico y social de la burguesía centroeuropea. Este crecimiento vino de la mano de una enorme actividad comercial que llevó a la burguesía a formar parte de los estratos más poderosos: banqueros, abogados, comerciantes y funcionarios ganaron su riqueza mediante su propio esfuerzo. Rompieron así el modelo habitual, en el cual la riqueza venía heredada, y los nobles no tenían que realizar grandes labores para mantenerla

  Esta nueva burguesía necesitaba poder mostrar su nueva posición y encontraron en el arte el modo perfecto para cubrir esa necesidad. Contrataban a los artistas del momento para la decoración de sus hogares, representando y mostrando así su poder y riqueza, tanto a nivel pictórico como mobiliario, en orfebrería, cristalería. Poco a poco la pintura de carácter doméstico/social se convirtió en una temática habitual y bien pagada, donde se representaban escenas cotidianas con personajes que aparecían vestidos de manera realista. Era una pintura detallista. Aunque no fue la única temática reinante durante el desarrollo de este siglo XVII. Las naturalezas muertas obtuvieron muchos aplausos, dado que también eran un buen método para mostrar esa nueva riqueza de la burguesía. Así  exhibían en sus salones obras que representaban sus caros alimentos o buenas vajillas, que mostraban a los visitantes el nivel de la casa en la que se encontraban.

 

Dentro de este fenómeno, los artistas se fueron enriqueciendo y se desarrolló la kunstkammern, llamada pintura de gabinete. Esta nueva temática presentaba las colecciones de su propietario, siendo el primero el archiduque Alberto VII de Austria e Isabel Clara Eugenia, en Bruselas. Eran cuadros de pequeño o mediano formato, con un fondo neutro en tonos ocres o grises, se exhibían las colecciones de pinturas, esculturas y curiosidades. Este tipo de obras se colocaban en una pared que recibía el nombre de pared preciosa, también en tonos neutros, y por norma general con una puerta que conduce a la biblioteca de la casa. El desarrollo de las temáticas avanzó según el gusto del coleccionista. Los intereses de la burguesía eran muy concretos y buscaban siempre ensalzarse mediante las obras de arte.

Así fue evolucionando hasta llegar al día de hoy el auténtico comienzo del mercado del arte con el intercambio de obras artísticas. Los cuadros no solo actúan como muestra del poder y riqueza de los burgueses, sino que forman parte de su patrimonio y de una forma de inversión: pueden desprenderse de ellos, si necesitan dinero, lo cual aumenta más la demanda que la oferta, y como consecuencia se produce una competitividad entre los clientes que desean la obra: se genera el mercado, la subasta. El poder de los marchantes de arte aumenta exponencialmente, y comienzan incluso a imponer condiciones a los artistas, muchos de los cuales se han enriquecido y han pasado a formar parte de la nueva burguesía, también. Esto acaba provocando un fenómeno de superproducción derivado de la aparición de las copias de taller y las falsificaciones.

 

Hasta ahora, el comercio de obras de arte se había limitado en gran medida al territorio cercano, por motivos como el transporte de este tipo de mercancías.

El carácter internacional del mercado se fomenta cuando la actividad diplomática se generaliza y provoca el regalo y disposición de obras de arte a casas reales, embajadores y aristócratas.

Los artistas y los clientes empiezan a no ser las únicas personalidades importantes en una venta de arte,  los marchantes ganan fuerza y poder, y ya sin intermediarios en las ventas y en los eventos públicos destinados a estos fines, rodeándose de peritos tasadores, redactores de catálogos, abogados. En cuanto a los eventos, los más destacados comienzan a ser las ferias y subastas públicas de arte. Los marchantes se convirtieron en los dinamizadores de la vida artística.

Los artistas habían dejado de producir únicamente por encargo, y los talleres comenzaban a producir de forma casi masiva y para clientes desconocidos, anónimos.

La nueva riqueza y reconocimiento de los pintores se liga, en gran parte, al sometimiento al mercado de los mismos. El pintor, con la introducción de la figura del marchante, ya no obtiene todos los beneficios en la transacción. Pocos artistas realizan ya ambas gestiones a la vez, la creativa y la comercial.

 

¿Crees que este tema evolucionó o acá termina la historia?
Néstor Verón

 

NÉSTOR NOS HABLA DE COMPOSICIÓN

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MAS SOBRE NÉSTOR

Arquitecto por profesión – Artista por elección

Actualmente vive en la ciudad de Villa Allende, Córdoba, Argentina y se dedica por completo a la pintura exponiendo sus paisajes en las más prestigiosas Galerías de la ciudad Capital.

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